viernes, 4 de julio de 2014

El fútbol como espectáculo

La comunicación, aún más en la contemporaneidad, debemos entenderla como una construcción de la realidad que siempre es artificial, codificada, construida con una finalidad –política, cultural, estética, histórica, publicitaria, entre otras– para lograr seducir a una audiencia que transita por un espacio donde el discurso predominante es el del espectáculo.

En este sentido, la historia nos ha enseñado que toda la sociedad ha tenido, por igual, su gran espectáculo. Dependiendo de las épocas, hemos optado por alabar a un evento deportivo sobre otro. Primero, fueron las Olimpíadas de Verano; luego, las batallas de los gladiadores en el Coliseo y, ahora, el deporte más famoso del mundo en la actualidad: el fútbol. Algo que André Malraux, novelista y político francés, denominó como “el extraño siglo de los deportes”, por su organización disciplinada y estudiarse desde las canchas y los vestidores.

Aprovechando el contexto del Mundial de Brasil 2014, este trabajo tratará el tema del fútbol como espectáculo por medio de distintas perspectivas como La Civilización del Espectáculo (2012), de Mario Vargas Llosa, la Agenda Setting y el uso político que se maneja. Primero, realizaré un recuento histórico que abarque específicamente la respuesta de ¿qué representa el fútbol a nivel mundial? Para, posteriormente, ir desglosando la disciplina deportiva dentro de las perspectivas a tratar mencionadas anteriormente.

Este tema me llamó la atención, porque justamente la cita mundialista se está llevando a cabo en una nación futbolera donde el crecimiento económico ha sido importante; pero, también, las necesidades de la población han sido desplazadas por la realización de un magno evento. Magno evento en el que quizá, no era el preciso momento para que se realizara en este país sudamericano.

Los problemas estructurales previos a la Copa Mundial, como la casi exclusión de la sede Curitiba y las complicaciones para la finalización de la sede inaugural, Arena Corinthians en Sao Paulo, no se interpusieron a los serios problemas que están viviendo los brasileños de pocos recursos. La inseguridad ciudadana, los aumentos en los servicios públicos, el auge de la criminalidad y el dinero del tráfico de drogas han generado que parte de la población brasileña exprese su descontento en contra de este torneo.

Arena Corinthians no contó con techo en el partido inaugural

En la inauguración de la Copa Mundial, el jueves 12 de junio, cuando debutó la Canarinha, la presidenta, que lidia con una caída de la popularidad de cara a las elecciones en octubre, evitó dar un discurso para no escuchar abucheos. Algo que no pudo evadir tras, igualmente, ser insultada por la afición en el partido contra la selección de fútbol de Croacia.


Es una disciplina que integra a todo el mundo en una sola pasión: el fútbol. Pero que con el paso de los años, se ha convertido en un espectáculo, en una primacía de las imágenes sobre las ideas y en un fenómeno de masificación que es paralelo al de la extensión del consumo de drogas a todos los niveles de la pirámide social. El porqué de todo esto, lo explicaré a continuación.

El fútbol, conocido como el deporte rey, comenzó en China, alrededor de los siglos II y III AC; pero fue a finales de la Edad Media, en Inglaterra, cuando se empezó a desarrollar. La historia moderna involucra más de 100 años de existencia, siendo la Asociación de Fútbol de Inglaterra la primera organización gubernativa del deporte. Sus códigos y usos fueron claros y sencillos, lo que hizo que se expandiera a nivel mundial generando nuevas asociaciones y organizaciones, aparte de la inglesa. Ya para 1904 se había creado la FIFA –Federación Internacional del Fútbol Asociación–. Comenzaron a disputarse competencias internacionales, liguillas internamente de los países y se mejoraron las normas y sanciones para evitar malos ratos durante los encuentros.

No solo su importancia radicó en el nivel deportivo, como juego y pasatiempo, sino como movilización social, desdibujando las fronteras y uniendo a naciones en una sola pasión. Esto por un lado; pero, también, su popularidad recae en la cantidad de dinero que genera esta disciplina deportiva como espectáculo y en la importancia que tiene como movimiento de capitales que son colocados por multinacionales, particulares u organizaciones de todo tipo, especialmente en la publicidad. Privando, en muchas ocasiones, el negocio sobre lo emocional.

La Copa Mundial suele generar millones de dólares en ganancias en los países en que se transmite y en las apuestas o quinielas que se realizan en los distintos países del mundo. En el caso particular del Mundial de Brasil, la FIFA reparte un pozo apetecible. Si España gana el Mundial de Brasil superaría los US$ 32.5 millones en ingresos. De esta forma, el reparto que hacen los dirigentes federativos es el siguiente: US$ 936 mil por ganar el Mundial, US$ 468 mil por ser subcampeones, US$ 234 mil si se alcanzan las semifinales, US$ 156 mil si se logra la clasificación para los cuartos de final y US$ 78 mil por estar en los octavos de final.

Solo por estar presente en el torneo, la FIFA le paga a cada selección algo más de US$ 3.9 millones. Solo por mencionar algunos de los ejemplos de este gran negocio internacional. Esto es lo que, en parte, Mario Vargas Llosa –Premio Nobel de Literatura– en su obra La Civilización del Espectáculo (2012) denominó como la construcción de una nueva cultura edificada sobre las ruinas de la que ha venido a suplantar. Tal y como señala Vargas Llosa a continuación: “El hecho es tanto más sorprendente cuanto que la cultura, en el sentido que tradicionalmente se ha dado a este vocablo, está en nuestros días a punto de desaparecer. Vaciada de contenido y desnaturalizada” (2012: pág. 12).

Ahora los deportes han adquirido una importancia que en el pasado solo tuvieron en la antigua Grecia. Para los filósofos como Platón, Sócrates y Aristóteles, el cultivo del cuerpo era simultáneo y complementario del cultivo del espíritu. La distinción con nuestra época es que las prácticas de los deportes se hacen a expensas y en lugar del trabajo intelectual. Teniendo en cuenta que el fútbol, el fenómeno de masas por referencia, al igual que los conciertos de música moderna congrega muchedumbres y las enardece más que ninguna otra movilización ciudadana: mítines políticos, procesiones religiosas o convocatorias cívicas. Como describió Vargas Llosa (2012: pág. 12):

En nuestros días, los grandes partidos de fútbol sirven sobre todo, como los circos romanos, de pretexto y desahogo a lo irracional, de regresión del individuo a su condición de parte de la tribu, de pieza gregaria el espectador da rienda suelta a sus instintos agresivos de rechazo al otro.

El fútbol es una forma de apariencia, es decir, teatro y, a su vez, juego y diversión. Es optar por todo lo fácil y primitivo, obviando la crítica y aceptando la nueva forma de la cultura.

El Mundial de Brasil representa a mi modo de ver una ficción, maligna en este caso, que aísla al individuo y que solo en apariencia lo libera de problemas, responsabilidades y angustias. Los problemas en Brasil tendrán un stand-by hasta que culmine el torneo, porque le va a exigir a los fanáticos unas dosis mayores de aturdimiento y sobreexcitación que profundizarán su vacío espiritual. Además, la nueva cultura, caracterizada por ser icónica, modifica la percepción de la realidad. Verbigracia de lo explicado anteriormente tenemos a Pelé cuando dijo, días antes de la ceremonia inaugural, que pararan las protestas para que se pudiera realizar con tranquilidad el evento a celebrarse.


Los medios de comunicación son, en parte, los que han motivado la gran importancia de este evento al imponerlo como una realidad destacada, porque son los medios quienes jerarquizan la información según la importancia de lo que debemos pensar. Son propiamente los medios quienes crean una agenda setting o un planteamiento de la agenda sobre un temario. Es por eso, que cada cuatro años los mundiales de fútbol se imponen en los temas del día a día de todos los ciudadanos. Lo que genera, simultáneamente, el desvío de atención y que los problemas más importantes se vayan diluyendo con el acontecer deportivo. Distracción mediática, que bien podría considerarse como un “arma silenciosa de las guerras tranquilas”, tal y como señala Noam Chomsky.

Por su parte, en la civilización del espectáculo, la política ha experimentado una banalización, lo que significa que en ella la publicidad, los eslóganes, los lugares comunes, frivolidades, modas y tics, ocupan casi el ciento por ciento del quehacer antes dedicado a razones, programas, ideas y doctrinas. El político actual está obligado, si quiere mantener su popularidad, a dar una atención primordial al gesto y a la forma, desplazando u obviando sus valores, convicciones y principios. Que mejor ejemplo que la actual dirigente de Brasil quien no desaprovechó la ocasión para decir el día después del partido inaugural unas cuantas palabras: “La selección brasileña representa a nuestranacionalidad. Está por encima de gobiernos, de partidos y de intereses decualquier grupo” (2014: EFE). Tratando de mantener la presión social del 61% de brasileños descontentos con que su país sea el anfitrión del Mundial, según un sondeo de Pew Research Center (2014).

Este análisis ha mostrado las distintas facetas del fútbol. Esta modalidad deportiva es un fenómeno de masas y en él intervienen numerosos actores. Es utilizado por empresarios, políticos y los medios de comunicación para alcanzar distintos fines y propósitos. Esta disciplina ha sido explicada desde el punto de vista económico, mediático, sociológico y de la opinión pública.

El fútbol es un negocio, que reporta grandes beneficios. Por eso tantas empresas se introducen en él. Los méritos deportivos han sido sustituidos por criterios mercantiles y los jugadores son productos para comerciar. Los futbolistas son una especie de gladiadores, que se dedican a entretener al pueblo. El aficionado es un simple espectador sin posibilidad real de respuesta, porque a una persona le pueda gustar este deporte; pero solo se le permite opinar en ciertos niveles. En el fútbol no hay igualdad de condiciones

Incluso puede verse como una moda, no solo por ser un deporte a practicar desde pequeño, sino a seguir la forma y el estilo de los jugadores, los peinados, camisas, zapatos, marcas que patrocinan y un sinfín de cosas materiales.

También se puede comentar el uso político. Si los emperadores romanos hablaban de pan y circo, aquí ocurre algo parecido. El objetivo es que la gente esté pendiente del partido, no que tenga tiempo para reflexionar sobre los acontecimientos de actualidad. Se oculta o tergiversa la realidad con ayuda de los medios de comunicación y un ciudadano se encuentra ante sí con una realidad construida por los medios.

El fútbol es un agente de la sociedad de masas. El mundo se dirige a la globalización y con este juego se está produciendo una especie de “gol-balización”. El balón se lleva a todas partes, hay goles en cualquier rincón de la aldea global.

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