La
comunicación, aún más en la contemporaneidad, debemos entenderla como una
construcción de la realidad que siempre es artificial, codificada, construida
con una finalidad –política, cultural, estética, histórica, publicitaria, entre
otras– para lograr seducir a una audiencia que transita por un espacio donde el
discurso predominante es el del espectáculo.
En este sentido, la historia nos
ha enseñado que toda la sociedad ha tenido, por igual, su gran espectáculo.
Dependiendo de las épocas, hemos optado por alabar a un evento deportivo sobre
otro. Primero, fueron las Olimpíadas de Verano; luego, las batallas de los
gladiadores en el Coliseo y, ahora, el deporte más famoso del mundo en la
actualidad: el fútbol. Algo que André Malraux, novelista y político francés,
denominó como “el extraño siglo de los deportes”, por su organización
disciplinada y estudiarse desde las canchas y los vestidores.
Aprovechando
el contexto del Mundial de Brasil 2014, este trabajo tratará el tema del fútbol
como espectáculo por medio de distintas perspectivas como La Civilización del Espectáculo (2012), de Mario Vargas Llosa, la
Agenda Setting y el uso político que se maneja. Primero, realizaré un recuento
histórico que abarque específicamente la respuesta de ¿qué representa el fútbol
a nivel mundial? Para, posteriormente, ir desglosando la disciplina deportiva
dentro de las perspectivas a tratar mencionadas anteriormente.
Este
tema me llamó la atención, porque justamente la cita mundialista se está
llevando a cabo en una nación futbolera donde el crecimiento económico ha sido
importante; pero, también, las necesidades de la población han sido desplazadas
por la realización de un magno evento. Magno evento en el que quizá, no era el
preciso momento para que se realizara en este país sudamericano.
Los
problemas estructurales previos a la Copa Mundial, como la casi exclusión de la
sede Curitiba y las complicaciones para la finalización de la sede inaugural,
Arena Corinthians en Sao Paulo, no se interpusieron a los serios problemas que
están viviendo los brasileños de pocos recursos. La inseguridad ciudadana, los aumentos
en los servicios públicos, el auge de la criminalidad y el dinero del tráfico
de drogas han generado que parte de la población brasileña exprese su descontento
en contra de este torneo.
![]() |
Arena Corinthians no contó con techo en el partido inaugural |
En
la inauguración de la Copa Mundial, el jueves 12 de junio, cuando debutó la
Canarinha, la presidenta, que lidia con una caída de la popularidad de cara a
las elecciones en octubre, evitó dar un discurso para no escuchar abucheos. Algo
que no pudo evadir tras, igualmente, ser insultada por la afición en el partido
contra la selección de fútbol de Croacia.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEivTVnH0WjckZ8Iy7gdvGPiaNGP-R4MwicG8t4M9953-GCWe4vHIK0l30rJR_qZo2vASupWw4e472eJfx9XR1jYdManKz7w48l4ZCkC-buCyBwsGcXgmgsJAc69U15KvlQt_REg7xYFWB_w/s1600/Dilma+Rousseff.jpg)
Es
una disciplina que integra a todo el mundo en una sola pasión: el fútbol. Pero
que con el paso de los años, se ha convertido en un espectáculo, en una
primacía de las imágenes sobre las ideas y en un fenómeno de masificación que
es paralelo al de la extensión del consumo de drogas a todos los niveles de la
pirámide social. El porqué de todo esto, lo explicaré a continuación.
El
fútbol, conocido como el deporte rey, comenzó en China, alrededor de los siglos
II y III AC; pero fue a finales de la Edad Media, en Inglaterra, cuando se
empezó a desarrollar. La historia moderna involucra más de 100 años de
existencia, siendo la Asociación de Fútbol de Inglaterra la primera
organización gubernativa del deporte. Sus códigos y usos fueron claros y
sencillos, lo que hizo que se expandiera a nivel mundial generando nuevas
asociaciones y organizaciones, aparte de la inglesa. Ya para 1904 se había
creado la FIFA –Federación Internacional del Fútbol Asociación–. Comenzaron a
disputarse competencias internacionales, liguillas internamente de los países y
se mejoraron las normas y sanciones para evitar malos ratos durante los
encuentros.
No
solo su importancia radicó en el nivel deportivo, como juego y pasatiempo, sino
como movilización social, desdibujando las fronteras y uniendo a naciones en
una sola pasión. Esto por un lado; pero, también, su popularidad recae en la
cantidad de dinero que genera esta disciplina deportiva como espectáculo y en
la importancia que tiene como movimiento de capitales que son colocados por
multinacionales, particulares u organizaciones de todo tipo, especialmente en
la publicidad. Privando, en muchas ocasiones, el negocio sobre lo emocional.
La
Copa Mundial suele generar millones de dólares en ganancias en los países en
que se transmite y en las apuestas o quinielas que se realizan en los distintos
países del mundo. En el caso particular del Mundial de Brasil, la FIFA reparte un pozo apetecible. Si España gana el
Mundial de Brasil superaría los US$ 32.5 millones en ingresos. De esta forma,
el reparto que hacen los dirigentes federativos es el siguiente: US$ 936 mil
por ganar el Mundial, US$ 468 mil por ser subcampeones, US$ 234 mil si se
alcanzan las semifinales, US$ 156 mil si se logra la clasificación para los
cuartos de final y US$ 78 mil por estar en los octavos de final.
Solo
por estar presente en el torneo, la FIFA le
paga a cada selección algo más de US$ 3.9 millones. Solo por mencionar algunos
de los ejemplos de este gran negocio internacional. Esto es lo que, en parte,
Mario Vargas Llosa –Premio Nobel de Literatura– en su obra La Civilización del Espectáculo (2012) denominó como la
construcción de una nueva cultura edificada sobre las ruinas de la que ha
venido a suplantar. Tal y como señala Vargas Llosa a continuación: “El hecho es
tanto más sorprendente cuanto que la cultura, en el sentido que
tradicionalmente se ha dado a este vocablo, está en nuestros días a punto de
desaparecer. Vaciada de contenido y desnaturalizada” (2012: pág. 12).
Ahora
los deportes han adquirido una importancia que en el pasado solo tuvieron en la
antigua Grecia. Para los filósofos como Platón, Sócrates y Aristóteles, el
cultivo del cuerpo era simultáneo y complementario del cultivo del espíritu. La
distinción con nuestra época es que las prácticas de los deportes se hacen a
expensas y en lugar del trabajo intelectual. Teniendo en cuenta que el fútbol,
el fenómeno de masas por referencia, al igual que los conciertos de música
moderna congrega muchedumbres y las enardece más que ninguna otra movilización
ciudadana: mítines políticos, procesiones religiosas o convocatorias cívicas.
Como describió Vargas Llosa (2012: pág. 12):
En nuestros días, los grandes partidos de fútbol sirven sobre
todo, como los circos romanos, de pretexto y desahogo a lo irracional, de
regresión del individuo a su condición de parte de la tribu, de pieza gregaria
el espectador da rienda suelta a sus instintos agresivos de rechazo al otro.
El
fútbol es una forma de apariencia, es decir, teatro y, a su vez, juego y
diversión. Es optar por todo lo fácil y primitivo, obviando la crítica y
aceptando la nueva forma de la cultura.
El
Mundial de Brasil representa a mi modo de ver una ficción, maligna en este
caso, que aísla al individuo y que solo en apariencia lo libera de problemas,
responsabilidades y angustias. Los problemas en Brasil tendrán un stand-by
hasta que culmine el torneo, porque le va a exigir a los fanáticos unas dosis
mayores de aturdimiento y sobreexcitación que profundizarán su vacío espiritual.
Además, la nueva cultura, caracterizada por ser icónica, modifica la percepción
de la realidad. Verbigracia de lo explicado anteriormente tenemos a Pelé cuando
dijo, días antes de la ceremonia inaugural, que pararan las protestas para que
se pudiera realizar con tranquilidad el evento a celebrarse.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg_ijxQEla7VW8ANmkUGXos34dXFyfwc-GL6SH1u_wsQS_Wb_fdIOmqLPnDNq4A3Feinb3DvA7tIog1yCE3pV1uHUTkisZKRxnPhutAwMJ8iaSOR4EepOYlN8zOHrJqwiAWJdH1vNCge9ei/s1600/Mundial+Brasil+2014.jpg)
Los
medios de comunicación son, en parte, los que han motivado la gran importancia
de este evento al imponerlo como una realidad destacada, porque son los medios
quienes jerarquizan la información según la importancia de lo que debemos
pensar. Son propiamente los medios quienes crean una agenda setting o un
planteamiento de la agenda sobre un temario. Es por eso, que cada cuatro años
los mundiales de fútbol se imponen en los temas del día a día de todos los
ciudadanos. Lo que genera, simultáneamente, el desvío de atención y que los
problemas más importantes se vayan diluyendo con el acontecer deportivo.
Distracción mediática, que bien podría considerarse como un “arma silenciosa de
las guerras tranquilas”, tal y como señala Noam Chomsky.
Por
su parte, en la civilización del espectáculo, la política ha experimentado una
banalización, lo que significa que en ella la publicidad, los eslóganes, los
lugares comunes, frivolidades, modas y tics, ocupan casi el ciento por ciento
del quehacer antes dedicado a razones, programas, ideas y doctrinas. El
político actual está obligado, si quiere mantener su popularidad, a dar una
atención primordial al gesto y a la forma, desplazando u obviando sus valores,
convicciones y principios. Que mejor ejemplo que la actual dirigente de Brasil
quien no desaprovechó la ocasión para decir el día después del partido
inaugural unas cuantas palabras: “La selección brasileña representa a nuestranacionalidad. Está por encima de gobiernos, de partidos y de intereses decualquier grupo” (2014: EFE). Tratando de mantener la presión social del 61% de
brasileños descontentos con que su país sea el anfitrión del Mundial, según un
sondeo de Pew Research Center (2014).
Este
análisis ha mostrado las distintas facetas del fútbol. Esta modalidad deportiva
es un fenómeno de masas y en él intervienen numerosos actores. Es utilizado por
empresarios, políticos y los medios de comunicación para alcanzar distintos
fines y propósitos. Esta disciplina ha sido explicada desde el punto de vista
económico, mediático, sociológico y de la opinión pública.
El
fútbol es un negocio, que reporta grandes beneficios. Por eso tantas empresas
se introducen en él. Los méritos deportivos han sido sustituidos por criterios
mercantiles y los jugadores son productos para comerciar. Los futbolistas son una
especie de gladiadores, que se dedican a entretener al pueblo. El aficionado es
un simple espectador sin posibilidad real de respuesta, porque a una persona le
pueda gustar este deporte; pero solo se le permite opinar en ciertos niveles.
En el fútbol no hay igualdad de condiciones
Incluso
puede verse como una moda, no solo por ser un deporte a practicar desde
pequeño, sino a seguir la forma y el estilo de los jugadores, los peinados,
camisas, zapatos, marcas que patrocinan y un sinfín de cosas materiales.
También
se puede comentar el uso político. Si los emperadores romanos hablaban de pan y
circo, aquí ocurre algo parecido. El objetivo es que la gente esté pendiente
del partido, no que tenga tiempo para reflexionar sobre los acontecimientos de
actualidad. Se oculta o tergiversa la realidad con ayuda de los medios de
comunicación y un ciudadano se encuentra ante sí con una realidad construida
por los medios.
El fútbol es un
agente de la sociedad de masas. El mundo se dirige a la globalización y con
este juego se está produciendo una especie de “gol-balización”. El balón se
lleva a todas partes, hay goles en cualquier rincón de la aldea global.
No hay comentarios:
Publicar un comentario